sábado, 14 de febrero de 2015

Felicitarme y llamarme Amor o Cariño


Darme a luz en invierno y en Febrero…
Escribirme una nota con mi letra que diga: “No quiero catorces de febreros, ni cumpleaños feliz. Lo que yo quiero, Corazón Cobarde, es que mueras por mí…y morirme…”

Me descalcé, me senté sola en la hierba de mi ventana, descubrí que los siempres esconden nuncas que sólo encuentran esperas.
Reconocer que todo lo que me acerca a mí me aleja completamente de la realidad porque, en realidad, no soy yo. Y reconocerme. Mirar hacia atrás sólo con la cabeza mientras sigo con paso firme hacia delante. Tropezarme. Empujarme al vacío. Resucitarme, consolarme, enamorarme otra vez de mí. Abandonarme. 

No quererme por mi tristeza y no quererme sin ella.  Quererme conmigo y con nadie.
Sacudirme de sonrisas y golpear mis heridas, ofrecerme como regalo con mis manos y salvarme en un abrazo.

Admirar a la chica de poemas sin versos, de tristezas en sonrisas, de electricidad en la mirada, esa del pelo revuelto y los pies fríos, la que escucha música en la bañera y lee desnuda en los sofás. Admirar como se baila, como se escabulle, como se refugia, como se esconde…y esconderme con ella.

Contarle de mí sólo aquellas que lean mis miradas, besen mis palabras y me sientan gritar.
Dejarles que me atraviesen y huyan. Disimular el daño. Herirme. Saberme la cura y no curarme. Lamer mis cicatrices. Convertirme en nube, lloverme y encharcarme. Chapotear.

Perdóname, pero encontré alguien con quien destruirme a solas y se parece tanto a mí.
Perdonarme. Enamorarme a última vista. Empezarme a querer…

Acostarme, retirarme el pelo de la cara, susurrarme palabras con mi voz y besarme sujetándome la cara empechada a la almohada. Quitarme la ropa, tan despacio, tan despacio, que pareciese que todavía me queda tiempo, que esta noche sólo es para mí y esta vez si fuera eterna. Poseerme. Hacerme el amor y violarme, elegir la música y darme al play, tocarme el pulso, contar cada movimiento al deslizarme por mis labios y escucharme con el placer de habitarme. Follarme. Arderme. Quererme otra vez.

Mecerme abrazada a mis piernas hasta dejarme dormida. Y mirarme dormir. Cerrar los ojos, pedirme un deseo, soplarme…


“El único desamor que da miedo es el propio”



M QS

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