Darme a luz en invierno y en Febrero…
Escribirme una nota con mi letra
que diga: “No quiero catorces de febreros, ni cumpleaños feliz. Lo que yo
quiero, Corazón Cobarde, es que mueras por mí…y morirme…”
Me descalcé, me senté sola en la
hierba de mi ventana, descubrí que los siempres esconden nuncas que sólo
encuentran esperas.
Reconocer que todo lo que me
acerca a mí me aleja completamente de la realidad porque, en realidad, no soy
yo. Y reconocerme. Mirar hacia atrás sólo con la cabeza mientras sigo con
paso firme hacia delante. Tropezarme. Empujarme al vacío. Resucitarme,
consolarme, enamorarme otra vez de mí. Abandonarme.
No quererme por mi tristeza y no
quererme sin ella. Quererme conmigo y con nadie.
Sacudirme de sonrisas y golpear
mis heridas, ofrecerme como regalo con mis manos y salvarme en un abrazo.
Admirar a la chica de poemas sin
versos, de tristezas en sonrisas, de electricidad en la mirada, esa del pelo
revuelto y los pies fríos, la que escucha música en la bañera y lee desnuda en
los sofás. Admirar como se baila, como se escabulle, como se refugia, como se
esconde…y esconderme con ella.
Contarle de mí sólo aquellas que
lean mis miradas, besen mis palabras y me sientan gritar.
Dejarles que me atraviesen y huyan. Disimular el daño. Herirme. Saberme la cura y no curarme. Lamer mis cicatrices. Convertirme en nube, lloverme y encharcarme. Chapotear.
Dejarles que me atraviesen y huyan. Disimular el daño. Herirme. Saberme la cura y no curarme. Lamer mis cicatrices. Convertirme en nube, lloverme y encharcarme. Chapotear.
Perdóname, pero encontré
alguien con quien destruirme a solas y se parece tanto a mí.
Perdonarme. Enamorarme a última
vista. Empezarme a querer…
Acostarme, retirarme el pelo de la
cara, susurrarme palabras con mi voz y besarme sujetándome la cara empechada a
la almohada. Quitarme la ropa, tan despacio, tan despacio, que pareciese que
todavía me queda tiempo, que esta noche sólo es para mí y esta vez si fuera
eterna. Poseerme. Hacerme el amor y violarme, elegir la música y darme al play,
tocarme el pulso, contar cada movimiento al deslizarme por mis labios y
escucharme con el placer de habitarme. Follarme. Arderme. Quererme otra vez.
Mecerme abrazada a mis piernas
hasta dejarme dormida. Y mirarme dormir. Cerrar los ojos, pedirme un
deseo, soplarme…
“El único desamor que da miedo es
el propio”
M QS
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